La liberación es un trabajo en equipo, en el que TU TAMBIÉN tienes que hacer tu parte (a Dios rogando y con el mazo dando). No eres un sujeto pasivo de tu propia vida, no eres una víctima de las circunstancias. Tu eres PARTE de tus circunstancias, eres CORRESPONSABLE de ellas, y por eso TIENES PODER para cambiarlas.... con la ayuda del Cielo, pues nuestro poder es muy limitado. Pero lo que tú ates (o desates) en la tierra, quedará atado (o desatado) en el Cielo, en el mundo espìritual.... en TU ALMA... en TU MENTE. Y la parte que a ti te corresponde es muy sencilla pero MUY difícil.... EL PERDÓN. "Perdona nuestras deudas/culpas como nosotros perdonamos a nuestros deudores".
El resentimiento es la PEOR atadura del alma/mente, porque nos ata a aquello(s) que nos ha(n) hecho daño y nos hace identificarnos con la herida... SER la herida. Nos limita a ser UNICAMENTE nuestra herida y encierra nuestro ser en ese dolor que se convierte en la figura de nuestra gestalt vital. "Donde está tu tesoro, está tu corazón" y el rencor nos lleva a poner nuestro corazón en nuestras heridas... a ATESORAR nuestras heridas! Porque aquello en lo que enfocamos toma el protagonismo de nuestra vida, se convierte en el conductor de nuestra vida. Y por el rencor dejamos que el dolor sea el conductor de nuestra vida y de nuestros sentimientos, y los convierta en amargura y odio.
¡BASTA!! LIBÉRATE... ¡AHORA!
Lee esto: (y descárgalo)
De la Cruz proviene la Misericordia, la Redención copiosa
En Ella está la fuente de donde proviene el perdón y la liberación de nuestras ataduras espirituales, y por la que somos también capaces de perdonar y pedir perdón. Pide y se te dará... el perdón que necesitas.
SALMO 50
Miserere
Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 55
Confianza en la palabra de Dios
En este salmo aparece Cristo en su pasión. (S. Jerónimo)
Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.
Levántame en el día terrible,
yo confío en ti.
En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal?
Todos los días discuten y planean
pensando sólo en mi daño;
buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos y atentan contra mi vida.
Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Cristo nos libró de la muerte eterna por el poder de Su Sangre preciosa. Por ella somos salvos de todos nuestros enemigos, visibles e invisibles. OREMOS:
ORACIÓN DE LA SANGRE DE CRISTO
Señor Jesús, en tu nombre y con el poder de tu Sangre preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo quiera hacernos daño.
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos moveremos hoy.
Con el poder de la Sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos, Jesús, que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la Santísima Vírgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Angeles.
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan, (aquí se nombre cada persona que habita en nuestro hogar), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que El generosamente nos envía para nuestro sustento de hoy.
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes y pisos, el aire que respiramos y en Fe colocamos un círculo protector de tu Sangre alrededor de toda nuestra familia.
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar, (aquí se nombra cada oficina, banco, empleo).
Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia y los vehículos, carreteras, aviones, o cualquier método de transporte que vayamos a utilizar hoy.
Con tu sangre preciosa sellamos los actos, las mentes, y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestro país, a fin de que reine tu paz y tu corazón en él.
Te agradecemos, Señor, por tu Sangre y por tu Vida, ya que gracias a Ellas hemos sido Salvados y preservados de todo lo malo.
AMÉN
Hemos sido "comprados" a muy alto precio: el de la sangre del Hijo de Dios! Por eso.....
.... Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo
Jesús. Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te
liberó de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que era
imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la
carne, a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros
que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.
Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven
según el espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne
son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, ya que las tendencias
de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden; así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.
Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el
espíritu es vida a causa de la justicia.
Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.
Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la
carne, pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el
Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. En efecto,
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis
un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos
hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y
coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.
Pero “nuestra lucha no es contra la sangre y la carne sino contra los principados y potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de maldad que están en los aires. Por tanto tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y habiendo acabado todo manteneos firmes”.
Efesios 6: 12,13
Existe un mundo paralelo al nuestro, habitado por ángeles y demonios, un mundo espiritual perfectamente organizado y con poder para llevarnos a la salvación o a la perdición.
Los demonios procuran quitarnos la paz mental y la salud y llenar nuestra mente de temores y fantasías negativas que llevan a la muerte del alma y del cuerpo.
Pero contra ellos luchan los ángeles de Dios con el Arcángel San Miguel a la cabeza, y a ellos debemos invocar cada día.
Oración al Arcángel San Miguel
Arcángel San Miguel ,
defiéndenos en la
batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén
El creyente en Cristo, que posee el Espíritu Santo, tiene poder sobre todos los demonios. La autoridad de Jesús es mayor que el poder satánico. Pero hay que VELAR.
"Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar" (I Pedro 5:8)
"Vestío de la armadura de Dios para que podais resistir las asechanzas del diablo" (Efesios 6:11)
Cada día, cúbrete conscientemente con la armadura que Dios pone a tu disposición: Su Palabra, Sus sacramentos y la oración. "Debemos orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el espíritu".
Y refúgiate en los brazos de tu Madre, la Reina de los Angeles y la más poderosa contra satanás y sus huestes infernales. Ella es la que pisa y pisará por siempre la cabeza de la Serpiente.
Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!
Oración a la
Reina del Cielo
Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles, a Ti que has recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, pedimos humildemente que envíes legiones celestiales para que, bajo Tus órdenes, persigan a los demonios, los combatan por todas partes, repriman su audacia y los precipiten en los abismos.
¿Quién como Dios?
!Oh buena y tierna Madre, siempre serás nuestro amor y nuestra esperanza!
!Oh Divina Madre, envía a los Santos Ángeles para defenderme, y aleja de mí al cruel enemigo!
Santos Ángeles y Arcángeles defendednos y guardadnos.
Amén.
Porque los resentimientos nos atan al pasado y nos impiden vivir en el presente... VIVIR... porque la vida ocurre en el PRESENTE, en el AQUÍ y AHORA. Ahi (aquí/ahora) es donde tomamos la decisiones que nos hace ser LIBRES. Vivir en el presente es estar en el centro del campo, esperando la siguiente pelota que nos sirva la vida, para poder devolverla con éxito. La vida es como un partido de tenis... o de fútbol: hay que estar atentos y colocados en nuestro lugar para poder hacer frente a la pelota que la vida nos manda en cada momento. Y ese lugar es el PRESENTE.
Viviendo en el PRESENTE es como recuperamos nuestra libertad... "la libertad de los hijos de Dios". Y por el Poder de los Sacramentos Podemos entregar el pasado a Cristo y volver al Presente.
Y ver aquí el testimonio completo:
Y aquí la Luz que palpita:
Y para llegar a esa Luz necesitamos una cuerda MUY larga, que llegue desde la tierra hasta el Cielo, desde nuestro corazón hasta el corazón de Dios... y esa cuerda se llama ROSARIO.
La Virgen es quien nos lo ha dado y aquí lo explica uno de sus hijos consagrados:
Salmo 56
Oración matutina de un afligido
Este salmo canta la pasión del Señor (S. Agustín)
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 128
Esperanza de un pueblo oprimido
¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
—que lo diga Israel—,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!
En mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.
Retrocedan avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;
que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
«Que el Señor te bendiga.»
Os bendecimos en el nombre del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de
compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. (Cf. Col 1,12-14)
V/. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R/. Porque atardece. Aleluya.
Oración
Oh Dios, que has restaurado la naturaleza humana elevándola
sobre su condición original, no olvides tus inefables designios de amor y conserva en quienes han renacido por el bautismo los dones que tan generosamente han recibido.
—Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.